Los síntomas de la intolerancia a la lactosa suelen aparecer entre 15 minutos y 2 horas después de haber ingerido alimentos que contengan lactosa. Suelen remitir entre 3 y 6 horas más tarde.
Cuando la actividad de la lactasa intestinal es deficiente, la mayor parte de la lactosa ingerida pasa al intestino grueso, donde se convierte en nutriente para la flora intestinal. Esta descompone el principal azúcar de la leche en ácidos grasos de cadena corta, ácido láctico, hidrógeno, dióxido de carbono y metano.
Como resultado, aparecen los síntomas de no tolerar la lactosa más conocidos, como los gases y las flatulencias. Además, la presencia de lactosa en el intestino atrae agua, provocando un cuadro diarreico que puede llegar a ser agudo.
La intensidad de los síntomas varía según la cantidad de lactosa ingerida y la intolerancia individual.
Hay que tener mucha precaución en este caso, porque una dieta baja en este tipo de productos aumenta el riesgo de desarrollar osteoporosis debido a la falta de calcio. Por tanto, si se toma esta decisión, es recomendable aumentar el consumo de otros alimentos ricos en calcio (espinacas, col, acelgas, sardinas, atún, etc.) y suplementos de esta misma sustancia.
Tanto Nutira Masticable, Nutira Forte, Nutira Forte to go o Nutira Retard, ayudan a desdoblar la lactosa y prevenir la aparición de algunos síntomas como las molestias digestivas que se producen tras la toma de lácteos en los pacientes intolerantes a la lactosa.
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